sábado, 7 de noviembre de 2009

DE LA CRONICA DE CAROLINA

Crónica enmascarada

Relajación onírica… Sentir un nuevo ser… Crearlo.
Con los ojos mirando hacia adentro, reconocer la máscara, apropiarse de ella como rostro del nuevo ser. Es áspera y extravagante al tacto, me inspira curiosidad, me invita a saber más de ella. Entonces la transformo en mi rostro, la siento incomoda por un momento y me despierta, pero logro acomodarme a ella, o viceversa….
Recostada, sumergida en la relajación, creándome en un nuevo ser, me siento en aquellas ruinas circulares en las que fue creado un hombre soñado por otro hombre quien a su vez era soñado por otro más. Ser producto del sueño de otro. Ser, pienso después, producto del deseo del otro. ¿Como darse cuenta que lo que perseguimos en nuestras vidas es nuestro propio deseo y no es el deseo del otro? ¿Como descubrir que lo que deseamos no es tan solo una herencia?
Borges escribe en su cuento “ No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre… es un mero simulacro”. Estar enmascarado.
El nuevo ser está ahí, creado…. Y debe despertar. Pero estoy muy relajada y muy cómoda, me cuesta despertar y quisiera negarme a hacerlo. Pienso después, por qué me resultará tan cómodo ser el sueño de otro?
Con dificultad, despierto. Y soy. “Soy Elena. Vivo en el castillo del Rey. Mis padres, grandes terratientes siempre me dijeron que para ser feliz debía casarme con el príncipe… pero no quiero eso… y estoy perdida!” ¿Perdida porque no encuentro mi propio sueño? Tal vez sea Elena Andreievna quien pueda responderme…
Luego se presentan otros seres, animales, seductores, sabios, engreídos, bondadosos , y alguien que desde el silencio fue presentado por los demás…
Interactuar con ellos fue extraño, seres desconocidos… inquietantes algunos que me causaban curiosidad y me atraían… otros seres insulsos, nostálgicos y simples me causaban desprecio y soberbia.
Despedirnos… Volver a nosotros, despegarnos de ese ser creado, soñado, deseado…
Mirarlo fuera de nosotros, reconocerlo, admirarlo.
Volver a nosotros… a nuestras propias ruinas circulares.

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